Según el diccionario de la RAE: Decepción es: Pesar causado por un desengaño; falta de verdad en lo que se hace, dice o piensa.
Las decepciones nos pueden llegar en el laburo, con algún político o funcionario, en el fútbol, en el ámbito académico o escolar, cuando compramos un producto, y en otra infinidad de ocasiones. Pero ese desengaño se hace más doloroso cuando hay sentimientos de afecto, de cariño en el medio, como por ejemplo en una amistad, en la familia, en un matrimonio, en un amor en general. Acá se juegan, además, otros sentimientos como el compromiso, la confianza, la lealtad, la historia en común, la palabra dada.
Está claro entonces, que para que esto se produzca tienen que existir dos partes. Una parte que, "supuestamente", produce esa falta de verdad, y, la otra, que espera ilusionada y esperanzada. Así esa decepción se vuelve proporcionalmente igual a las expectativas puestas.
A medida que uno se va poniendo más grande (prefiero usar el adjetivo grande y no viejo) debería aprender a no decepcionarse tan fácilmente, a no esperar peras del olmo, a aceptar y agradecer lo que la vida nos da sin tanta demanda y exigencia. Pero, y aquí vienen las excepciones, muchas veces no ocurre así. Es propio de los humanos, sobre todo los de mi generación (nací en el 66), comprometernos, pedir, esperar en correspondencia con lo que damos, con lo que entregamos. O las relaciones interpersonales no se basan en la empatía? Parece que no siempre se da de esta forma, por eso es bueno aceptar las diferencias, y reconocer las limitaciones propias y de los otros. (qué difícil que me resulta a veces!!)
En mi caso particular me sigo decepcionando a menudo, porque soy sanguínea, combativa y porque no acepto las mediocridades, pero también, muy de a poquito, estoy aprendiendo a degustar simplemente de los mimos que la vida me suele poner en el camino.
La pintura es de Thomas Fedro, se titula Isótopos, es de 2009, y cuesta $ 2400.
2 comentarios:
También soy del 66 y sigo aprendiendo con inmenso placer a “degustar los mimos”, paladear los besos, disfrutar las caricias, deleitarse de las lisonjas, celebrar la amistad, apreciar el amor, abrigar la gratitud.
Pero lamentablemente, o no tanto, también sigo asimilando, bofetadas, desilusiones, ingratitud, falsedad, engaños, "decepciones".
Cariños.
Señal de que estamos vivos Silvio!!! Que bueno que coincidamos. Siempre hay una de cal y una de arena.
Te mando un beso grande!!
Tu contemporánea gaby
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