
Todavía sigo impactada por la muerte de Fernando Peña. Era un tipo que me gustaba mucho. Voy a extrañar su presencia...qué loco no?
Las palabras de Mariana Mactas en el Crítica del jueves pasado me parecen impecables:
"Todos somos enfermos terminales, todos vamos a morir. Pero la relación, el juego de Peña con su muerte fue, quizá, su hecho más artístico, más filosófico y profundo. Vivió buena parte de sus 46 años disfrutando de algunas melancolías –tampoco le temía a la tristeza– y matándose de risa.
Y en la risa, como mecanismo trascendente, la frivolidad se licua y queda una experiencia extrema, de un saber único y de una profundidad loca. El puto se murió, pero su arte humorístico vive. Se interrumpió un diálogo, pero seguiremos hablando de él. Quizá, incluso, desde el lugar de quien más lejos llegó, en la cultura argentina, a conjurar la muerte en la escena de la palabra."